LA RECONSTRUCCIÓN DE LA CAMPAÑA DE 1856 Y SU HÉROE JUAN SANTAMARÍA Por ALEJANDRA MURILLO


 

CREACIÓN DE LA IDENTIDAD NACIONAL A PARTIR DE LA RECONSTRUCCIÓN DE LA CAMPAÑA DE 1856 Y SU HÉROE JUAN SANTAMARÍA

 

ALEJANDRA MURILLO GOUSSEN A53886

 

INTRODUCCIÓN

El trabajo de investigación que se desarrolla a continuación trata sobre la Campaña Nacional de 1856 y de cómo esta se convirtió en el elemento central de la identidad costarricense.

La palabra identidad proviene de la voz latina ídem, que significa semejante a algo o alguien. Es así como la identidad nacional surge de elementos homogéneos que caracterizan a un pueblo y le crean una sensación de pertenencia, como por ejemplo raza, religión, historia y origen comunes.

En muchos países esa historia nace a partir de las guerras de independencia, donde el pueblo vivía oprimido bajo las órdenes de gobiernos extranjeros y líderes militares o intelectuales los guiaron hacia la liberación, con intachables valores de valentía y altruismo.  Sin embargo, en el caso de Costa Rica no existió esta gloriosa guerra y su independencia llegó casi sin quererlo.

El trabajo busca demostrar la necesidad de una élite intelectual y política por crear esta conciencia nacional a partir de una campaña que pudiera ser sustituta de la guerra de independencia, con el fin de unir a un pueblo que se encontraba en medio de convulsas situaciones tanto a lo interno como a nivel internacional.

JUSTIFICACIÓN

La Campaña Nacional de 1856 y la figura de Juan Santamaría son de gran interés personal al ser habitante de la ciudad de Alajuela.  En esta ciudad son parte de la vida cotidiana el Museo Histórico y el Monumento al Héroe Nacional.  Sin embargo, la historia que muchos conocen se limita a la impartida en primaria y secundaria, incluyendo las dramatizaciones en los actos cívicos del 11 de abril y el Himno Patriótico a Juan Santamaría.

Al hilar más delgado en la historia se encuentra basta documentación no sólo sobre los acontecimientos de la guerra, sus antecedentes y la situación nacional e internacional de la época, sino también sobre los hechos que rodearon la posterior exaltación tanto de la campaña en general así como de la persona de Juan Santamaría en particular.

ANTECEDENTES

La reciente declaración oficial del Erizo como Héroe Nacional el 11 de abril del 2011 por la actual presidente Laura Chinchilla y la innegable importancia que tiene la campaña en el imaginario costarricense incluso en nuestros días, siendo esta recordada continuamente por los movimientos sindicales y los discursos nacionalistas ante los hechos de Isla Calero, renuevan el interés por descubrir cómo y por qué dicha gesta pasó a formar parte de la identidad nacional.

Para lograr este objetivo, primero se muestra la definición e importancia del sujeto cultural desarrollado por Edmond Cros en su libro “El sujeto cultural.  Sociocrítica y psicoanálisis”.  Posteriormente se describen los hechos de la Campaña Nacional, haciendo énfasis en sus antecedentes, la elección de Juan Santamaría como Héroe Nacional, y la razón por la cual estos fueron grabados en la memoria colectiva en forma, si se quiere decir, premeditada.  Por último, se concluirá con un análisis sobre cómo esta campaña cumple con las características del sujeto cultural.

EL SUJETO CULTURAL Y LA CREACIÓN DE LA IDENTIDAD

El autor Edmond Cros en su obra “El sujeto cultural.  Sociocrítica y psicoanálisis”, desarrolla el concepto del sujeto cultural como una representación inconsciente de los elementos que nos identifican dentro de una colectividad por medio del texto cultural.

Dichos elementos, manifestados a través de la cultura de la sociedad en que se desenvuelve, conforman un espacio ideológico cuya función objetiva consiste en enraizar una colectividad en la conciencia de su propia identidad.  Por lo tanto, la cultura genera un sentimiento de pertenencia y unión al ser humano, el cual ya de por sí es un animal social.

La principal característica de la cultura, al tener un sentido de unidad dentro de un grupo y la diferenciación con otros, es precisamente ser específica, permitiéndonos sentirnos identificados con los semejantes y a su vez reconociéndonos diferentes de aquellos que no lo son.  Además, la cultura mediante su función educativa se graba en la memoria colectiva y se convierte en un patrón a seguir para nuestro accionar y forma de pensar.

A diferencia de la concepción de ego que contempla un yo ideal, no existente, la cultura sólo existe a través de manifestaciones concretas como el lenguaje y las diversas prácticas discursivas, las instituciones y prácticas sociales y su particular manera de reproducirse en los sujetos.  Estas características son claramente apreciables en el reconocimiento de la guerra contra los filibusteros como Campaña Nacional y la necesidad de un Héroe Nacional.  El héroe es una persona tangible, centro de los discursos nacionalistas y que se presenta como un modelo a seguir.  Alrededor de este se crean prácticas sociales como actos conmemorativos, himnos, monumentos, y mediante el sistema educativo se ha hecho perenne en el imaginario nacional.

Para entender el sujeto cultural, Cros aclara que este designa al mismo tiempo:

1. Una instancia de discurso ocupada por Yo.

Este primer enunciado describe la forma en que el sujeto cultural se reproduce en el texto cultural mediante el discurso.  Es por medio del lenguaje como el hombre se constituye en sujeto.  “Yo es una forma vacía que espera ser investida para convertirse en instancia de discurso. Cuando el sujeto se instala en esta estructura las formas hablan por él.” (Cros, 1997:11)

2. La emergencia y el funcionamiento de una subjetividad.

En el desarrollo del discurso, Cros expone cómo Emile Benveniste compara el lenguaje utilizado con la interpretación del inconsciente de Freud, donde es necesario analizar lo que realmente quiere decir el paciente al interpretar sus sueños.  Esta idea de subjetividad como producto del lenguaje implica una difracción entre el sujeto que habla y el sujeto hablado. (Cros, 1997:12)  Por lo tanto, el sujeto cultural es un reflejo del sujeto ideológico.

Benveniste utiliza esta analogía para explicar cómo los símbolos presentes en la cultura popular (floklore, mitos, leyendas, refranes, proverbios) deben ser analizados como imágenes inconscientes de la colectividad, así como los sueños provienen del inconsciente Freudiano.

Estas imágenes inconscientes (descritas como herencia y sedimentación transhistóricas) pertenecen al material regido por la instancia llamada sujeto cultural, y que es la instancia mediadora entre el lenguaje, estructura socializada, y el habla. Se la ve actuar en el texto cultural. (Cros, 1997:13)

El lenguaje utilizado en el texto cultural es una actividad subjetiva que en realidad deja ver más de lo que simplemente se está diciendo, y presenta una serie de símbolos de donde emerge el sujeto cultural.  El mensaje que se da está influenciado por una serie de elementos que son comunes e identifican al Yo con los Otros, viéndose reflejados el primero en los segundos y viceversa.

3. Un sujeto colectivo.

La principal función del sujeto cultural es integrar a todos los individuos de la misma colectividad.  A pesar que estos individuos pueden pertenecer a distintos estratos culturales o sociales, las diferencias en su forma de pensar y comportarse responden solamente al grado de interiorización y adaptación del bien común.

En el caso de Costa Rica, la elección de un Héroe Nacional de orígenes sencillos y campesinos contribuyó a su aceptación por la mayoría de la población, su identificación y su adopción como modelo a seguir.  Esta decisión crea un sentido de pertenencia con el pueblo, y los hace enorgullecerse a pesar de su condición social al apreciar que no es necesario formar parte de una élite política o militar para convertirse en héroes.

4. Un proceso de sumisión ideológica.

Dado que el sujeto cultural es un ente ideológico y por lo tanto no puede hablar por sí mismo, éste depende de su forma de expresión en el texto cultural, lo cual no viene a ser más que una vaga representación del deseo.  Así mismo, los individuos terminan por no ser más que una imagen de la ideología que se les inculca, sometiéndose a esta y provocando su alienación.

“El orden significante responsable de la división del sujeto, lo es también de su alienación. Esto se debe a una propiedad específica del lenguaje que opera una escisión entre la realidad y aquello que la representa. El signo convoca a la realidad y la realidad se desvanece en el signo en beneficio de su representación.” (Cros, 1997:15)

En el caso de Juan Santamaría, su verdadera identidad cede espacio al símbolo que representa, siendo ya no una persona individual sino una forma de intertexto cultural con su propio lenguaje y simbología, con el objetivo de no representarse a sí mismo y en cambio representar a un pueblo y una ideología.

De igual forma, la forma de reproducir este sujeto cultural en las instituciones educativas mediante actos conmemorativos y un discurso impersonal hacen que “el enunciador pueda ser una infinidad de sujetos o ninguno –lo cual viene a ser lo mismo-, una no-persona, una invariante no-personal y nada más que eso” (Cros, 1997:17)

Con el objetivo de entender finalmente la importancia del sujeto cultural en la construcción de una nación, se trascribe el siguiente texto presente en la obra de Edmond Cros:

“Tras la máscara de la subjetividad se ve operar al discurso del sujeto cultural. Ahora bien, este sujeto cultural, de naturaleza doxológica, legisla, dicta pautas de conducta, designa paradigmas, recuerda verdades basadas en la experiencia o en la fe” (Cros, 1997:17)

PLANTEAMIENTO DE LA TESIS

¿La identidad de una nación surge naturalmente de sus tradiciones, orígenes étnicos e historia, o puede ser creada y manipulada con el objetivo de controlar a un pueblo?  Si esto último es cierto, la Campaña Nacional de 1856 y el Héroe Juan Santamaría fueron manipulados por una élite intelectual y política con el fin de unir al pueblo.  Para demostrar esto, el presente trabajo busca conocer las razones por las cuales la Campaña Nacional de 1856 y el Héroe Nacional Juan Santamaría llegaron a formar parte de la identidad nacional.  Los objetivos específicos de la investigación son: entender la importancia del sujeto cultural en la construcción de una nación, analizar los hechos que precedieron a la elección de la guerra contra los filibusteros como Campaña Nacional y al soldado Juan Santamaría como Héroe Nacional, y por último analizar las diferencias entre la documentación histórica y la imagen reconstruida con el fin de crear un sentimiento de pertenencia de la población costarricense.

EL PENSAMIENTO LIBERAL Y LA GENERACIÓN DEL OLIMPO

A finales del siglo XIX se empieza a consolidar en los países de Europa y América el relativamente nuevo concepto de Nación.  Con el fin de construir una identidad nacional, un grupo de profesionales, principalmente abogados de la Universidad de Santo Tomás y con ideas liberales conocidos como el “Olimpo”, buscan en el pasado costarricense y encuentran en la Campaña de 1856 la base para edificar el imaginario colectivo que identificase a la población.

Como parte de esta nueva “invención” de nación y al pensamiento liberal de los políticos de la época, es que a mediados del siglo XIX Costa Rica decide separarse de la República Federal de Centro América para declararse República independiente e instaurar sus propios símbolos patrios como la bandera y el escudo, de la mano del masón José María Castro Madriz.  Este personaje fue además la figura más influyente durante el gobierno de su cuñado Próspero Fernández (1882-1885), participando como ministro de relaciones exteriores, educación, justicia y asuntos religiosos.  Además, su nieto Rafael Yglesias fue también presidente de 1894 a 1902.

Bajo esta élite política e intelectual es que se busca construir esa identidad nacional, con evidentes rasgos de liberalismo político y positivismo filosófico.  Además, su influencia en los medios de comunicación y la educación estatal (ya que Castro Madriz fue uno de los fundadores de la Universidad de Santo Tomás y la narrativa característica de la época es de carácter nacionalista) facilita la distribución y enseñanza de los valores cívico-patrióticos claves para unificar todos los estratos de la población.

 

LA CAMPAÑA DE 1856 Y LA FIGURA DE JUAN SANTAMARIA COMO HÉROE NACIONAL

Con estas bases es que los liberales costarricenses rescataron, incluso casi del olvido, la Campaña Nacional de 1856, orientándola como sustituto a una ausente gloriosa guerra de independencia.  El Presidente Próspero Fernández fue el primero en retomar dicha campaña, otorgando una pensión a los veteranos de guerra.  Posteriormente, ante una nueva amenaza de unión centroamericana forzada por las armas, la élite liberal busca un Héroe Nacional y lo encuentra en Juan Santamaría, un tamborcillo alajuelense que aparentemente había muerto en Rivas en la batalla del 11 de abril de 1856 quemando el mesón de guerra.  La elección de este personaje no fue al azar, sino que buscaba lograr el objetivo de crear una identidad nacional con la cual se identificara la mayor parte de la población, valiéndose además del sistema educativo estatal para establecer la conmemoración de los hechos de Rivas.

Batalla de Rivas, dibujada en el mismo lugar por el artista corresponsal.

Para complementar esta enseñanza, se inicia el proyecto de develar una estatua en honor a Juan Santamaría para el 15 de setiembre de 1851.  Max Peralta fue el encargado de negociar dicha estatua con Francia, la cual se asignó al escultor Aristide Onésime Croisy.  Cabe destacar que, a pesar de ser conocido como “El Erizo” por su cabello crespo y ascendencia mulata, la estatua de Juan Santamaría muestra un joven blanco con el fin representar a la mayoría de esa época.

Aristide Onésime Croisy

Sobre la elaboración de este Monumento, la revista Costa Rica Ilustrada publicó lo siguiente:

“Costa Rica hace bien: perpetuar en mármoles y bronces la memoria de los que por ella se han sacrificado, no sólo es pagar una deuda sagrada, sino sembrar en todos los pechos vivos estímulos de noble imitación que fructificarán á no dudarlo en ocasiones semejantes” (Época 2, No. 34, 15 de setiembre de 1891, p. 268)

Otro fin por lo que exaltó la imagen del Héroe Nacional fue para la convocatoria a las armas en 1885, luego de que el dictador guatemalteco Justo Rufino Barrios declaró su intención de realizar una unión centroamericana incluso por medio de la fuerza en caso que alguna nación se opusiera.  La prensa evocaba el ejemplo de Juan Santamaría junto a los de oficiales de la Campaña Nacional para llamar a los ciudadanos a tomar de nuevo las armas contra invasores extranjeros, en forma altruista como el sacrificio del soldado Santamaría.

Una vez iniciado el proceso de construcción del Héroe Nacional, empezaron a surgir muchas dudas en torno a la figura de Juan Santamaría, dada la falta de documentación oficial.  Para contrarrestar esto, el gobierno dispuso en 1891 levantar una documentación con base en las declaraciones de los veteranos de guerra, a fin de refutar otras publicaciones como las del intelectual guatemalteco Lorenzo Montúfar Rivera en su libro “Walker en Centroamérica”.  En este libro, Montúfar afirma:

 “No aparece en esos partes el nombre José María Rojas; pero muchas personas que pretenden hallarse bien informadas, aseguran que Rojas mató al coronel Machado, en los momentos en que marchaba con una columna de nativos á atacar la parte norte de la población. Tampoco se habla en los partes de Juan Santamaría á quien se atribuye haber incendiado el Mesón de Guerra. Puede asegurarse que en los días posteriores á la acción de Rivas, no se hablaba de él, aunque se repetían los actos de heroísmo de otros combatientes.” (Montúfar, 1887: s.n.p)

Dichas compilaciones testimoniales vinieron a complementar la única prueba documental que se tenía en la época, la cual constaba en la solicitud de pensión de Manuela Santamaría quien indicaba que su hijo había muerto en Rivas mientras prendía el mesón.

En ese mismo año es que se devela la estatua de Juan Santamaría, la cual mide 2.25 metros de alto y fue colocada sobre un pedestal de mármol.  Sobre la estatua, el poeta nicaragüense Rubén Darío exclamó:

“¡Bronce al soldado Juan! ¡Música e himnos al Mestizo! ¡Gloria al que se sacrificó por la libertad bajo el triunfante pabellón de su tierra! Apoteosis al hombre mínimo, cantado la primera vez por la palabra hímnica y fogosa de Álvaro Contreras, celebrado por los versos de los poetas nacionales, eternizado en el metal de la inmortalidad por el cincel del artífice europeo, y cuyo nombre y recuerdo vivirán por siempre en el corazón de todos los costarricenses” (Lemistre, 1988: 46)

Esta disposición (una estatura mayor a la real y su colocación en un pedestal) tiene el claro objetivo de exaltar la imagen del Héroe.  Además, al representar un hombre valiente con tea en mano decidido a avanzar, en lugar de evocar el momento de su caída, busca grabar en la memoria de las personas los valores patrióticos.  Para lograr una mayor identificación, se promovió una colecta de donativos para la construcción de la estatua, involucrando a la población en la construcción de la conciencia nacional.


Monumento a Juan Santamaría

Otros acontecimientos que echaron mano a la figura de Juan Santamaría fueron las elecciones presidenciales de 1889-1890.  El presidente de entonces, Bernardo Soto Alfaro, no apoyó al candidato Ascención Esquivel Ibarra y nació un fuerte apoyo popular por el ex Presidente de la Corte Suprema de Justicia Lic. José Joaquín Rodríguez Zeledón, quien triunfó con una considerable ventaja en la primera ronda de las elecciones.

Con el fin de evitar una guerra civil en caso de irrespetar el triunfo de la oposición, el Presidente Soto se apartó de su cargo y encargó en forma interina al Tercer Designado Dr. Carlos Durán Cartín, entregando finalmente la presidencia a José Joaquín Rodríguez Zeledón, elegido para el período 1890-1894. Para estos hechos también se utilizó al Erizo con el objetivo de apaciguar la llegada de los liberales al gobierno.

Lic. José Joaquín Rodríguez Zeledón

Para demostrar esa construcción cuidadosa del héroe y la iconografía que lo representa, se puede recordar la dura crítica que recibió el pintor Enrique Echandi Montero por su obra “La Quema del Mesón por Juan Santamaría”.  Esta obra muestra una representación más realista, con un Juan Santamaría de rasgos mulatos, vestido de campesino, mortalmente herido.  La prensa escrita de la época describió esta obra como digna de las llamas, al considerar que se burlaba del Héroe Nacional.  El diario La República publicó lo siguiente:

“…sólo habremos de denunciar, como merecedor de las llamas, un cuadro diz que representa al inmortal Juan Santamaría… Reprochable desde el punto de vista artístico… Una caricatura que se burla sacrílegamente del héroe y pone en triste ridículo al país entero… Juan Santamaría es la figura más culminante de nuestra historia, es la individualidad que mejor caracteriza al ser costarricense, es el Guillermo Tell de nuestras montañas, y todo eso compromete para él nuestra gratitud, nuestro cariño y nuestra admiración” (La República, 25 de enero de 1897, s.n.p)

La Quema del Mesón por Juan Santamaría. Enrique Echandi

Otro punto interesante que evidencia la elección calculada de Juan Santamaría como Héroe Nacional con el objetivo de cumplir un perfil adecuado, se encuentra en el mismo hecho de la quema del Mesón de Guerra.  Al tomarse la decisión, el primer voluntario fue el teniente cartaginés Luis Pacheco Bertora, quien fue gravemente herido mientras intentaba incendiar el Mesón.  Al caer Pacheco, el soldado nicaragüense Joaquín Rosales tomó la tea y logró que las llamas empezaran a propagarse, pero fue mortalmente herido.  Posteriormente se ofreció como voluntario Juan Santamaría, logrando finalmente el propósito emprendido.

Luis Pacheco Bertora

De estos hechos se desprenden algunas conclusiones.  El Héroe debía ser un mártir, por lo que la valentía del teniente Pacheco es relegada a segundo plano al tener la suerte de no morir en el intento.  Por otra parte, el soldado Joaquín Rosales no era costarricense, por lo que también quedaría descartado.  En cambio, la figura de Juan Santamaría cumple perfectamente el perfil requerido: origen humilde, a diferencia de los héroes de otros países quienes provienen de altos mandos o élites importantes, y se convierte en el mártir de la nación.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA CAMPAÑA NACIONAL

Dejando de lado la figura de Juan Santamaría para analizar las descripciones que generalmente se dan de la Campaña Nacional, se observa igualmente una reconstrucción o manipulación de los hechos para lograr una mayor identificación con la población.

En las escuelas normalmente se describe el ejército costarricense de la época como un grupo de campesinos con armas anticuadas e inservibles que marchó a pelear prácticamente desprotegido contra los filibusteros; sin embargo, esto es completamente falso.

El río San Juan y el Lago de Nicaragua siempre fueron puntos de interés comercial ante la posibilidad de crear un canal interoceánico.  Debido a las dificultades económicas para construir el canal se creó una ruta en barcos que atravesaba el río San Juan y el Lago de Nicaragua y posteriormente por carreta entre las comunidades de La Virgen y San Juan del Sur, donde nuevamente era embarcada la carga.  Esta ruta, conocida como Ruta del Tránsito, era muy utilizada durante las épocas de la fiebre del oro ya que para llegar de un extremo a otro de los Estados Unidos era más fácil atravesar este canal que hacerlo por vías terrestres.

Ruta del Tránsito

Esta ruta era de suma importancia tanto para Estados Unidos como para Gran Bretaña, país con el cual Costa Rica había establecido relaciones comerciales e incluso ya se había planteado la posibilidad de establecer un Protectorado durante la primera administración del Presidente José María Castro Madriz.

Dado el interés de ambos países por controlar este canal interoceánico y con el fin de neutralizar el control que uno u otro pudieran tener, el 19 de abril de 1850 el Secretario de Estado de Estados Unidos John M. Clayton y el Ministro Plenipotenciaro del Reino Unido Henry Lytton Bulwer firmaron un Tratado para garantizar que: ni uno ni otro obtendría jamás ningún predominio exclusivo sobre el Canal, ni uno ni otro construiría ni mantendría fortificaciones en sus inmediaciones y que ambas partes convendrían en proteger contra toda interrupción, embargo o confiscación injusta, garantizando su neutralidad para que esté siempre abierto y libre, y seguro el capital invertido en él.

Debido a esto, y ante la inestabilidad política presente en  Nicaragua, Costa Rica empezó a modernizar su ejército comprando cañones nuevos, equipo de artillería, rifles, pólvora y balas, principalmente a Inglaterra, además de aumentar sus miembros activos a nueve mil soldados y abrir una escuela militar en San José.  De hecho, algunos historiadores señalan que el ejército de Costa Rica era el más poderoso de Centroamérica a mediados del siglo XIX.  Así mismo, durante la guerra se contó con la colaboración de estrategas militares provenientes de Europa, como el barón von Bülow y el teniente coronel Barillier.

Otro objetivo en el que se basó esta reconstrucción y rescate de la Campaña Nacional fue la de levantar la moral del pueblo y aplacar las críticas por las consecuencias que dejó la guerra, principalmente la pérdida de un gran número de vidas producto de la peste del cólera.  Aproximadamente un diez por ciento de la población de la época fue víctima de esta epidemia en una Costa Rica cuyo principal eje económico era la agricultura, perdiendo así la mano de obra requerida.

Escena del hospital de Granada, Nicaragua, donde eran atendidos los enfermos del cólera

CONCLUSIONES

Por parte del sujeto cultural y su relación con los hechos de la Campaña Nacional de 1856 y el Héroe Nacional Juan Santamaría, se puede concluir que estos forman parte de la identidad nacional cumpliendo con todas sus características.  Estos han sido reproducidos con el fin de enseñar una forma de pensar y actuar común a la colectividad.  Utilizan un discurso simbólico que busca enseñar más que los simples hechos acontecidos durante la campaña y encierran un carácter colectivo para lograr una identificación y sentido de pertenencia de la colectividad.

En cuanto a los hechos que rodearon a la guerra contra los filibusteros y su elección como emblema nacional, se concluye que efectivamente élites políticas e intelectuales tuvieron la necesidad de recurrir a estos acontecimientos con el fin de lograr la unión nacional ante la adversidad suscitada por inestabilidades internas y externas.

Conociendo la importancia que tiene la identidad nacional en la construcción de una nación, es posible concluir además que estas élites no solo promovieron la Campaña Nacional de 1856 y a uno de sus héroes como representantes del pueblo, sino que además los manipularon para presentarlos de una manera que fuera más sencilla de adoptar por la mayoría de la población.

BIBLIOGRAFIA

BRENES TENCIO, GUILLERMO, Iconografía emblemática del héroe nacional costarricense Juan Santamaría. Acta Republicana Política y sociedad. Año 7. Número 7. 2008.

Costa Rica Ilustrada, Época 2, No. 34, 15 de setiembre de 1891

La República, 25 de enero de 1897.

LEMISTRE PUJOL, ANNIE, Dos bronces conmemorativos, Museo Histórico Juan Santamaría, 1988.

MONTÚFAR RIVERA, LORENZO, Walker en Centroamérica, Tipografía La Unión, Guatemala, 1887.

OBREGON LORIA, RAFAEL, Costa Rica y la guerra contra los filibusteros, Museo Histórico Juan Santamaría, 1991.

http://www.museojuansantamaria.go.cr

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